Por Patricia Spagnolo, Directora de Operaciones de TECHO Paraguay.
El primer lunes de octubre de cada año se conmemora el Día Mundial del Hábitat, para recordar que toda persona tiene derecho a vivir en un lugar seguro, digno y adecuado.
Hábitat no significa solamente tener un techo bajo el cual vivir; es el conjunto de condiciones que permiten desarrollar una vida plena y en comunidad. Significa vivir en un lugar con calles transitables, acceso a agua potable, servicios de salud y educación, espacios de encuentro, vínculos comunitarios y seguridad en la tenencia de la tierra.
Sin embargo, en Paraguay y América Latina, miles de familias aún sobreviven con sus derechos vulnerados. La vivienda es tratada muchas veces como un bien comercial, cuando en realidad es un derecho humano básico. En los asentamientos populares, donde habitan miles de familias, estos derechos son inexistentes. Mientras una parte de la sociedad accede a ciudades con servicios e infraestructura, otra vive en situaciones de precariedad. No contar con un hábitat adecuado limita las oportunidades del presente y condiciona las del futuro.
Desde TECHO trabajamos junto a líderes y lideresas comunitarias, pobladores y pobladoras, y miles de jóvenes voluntarios en los territorios, porque creemos que el ejercicio de la ciudadanía debe darse en todos los espacios. Queremos que las realidades se conozcan de primera mano y que las propuestas y soluciones tengan como protagonistas a las comunidades organizadas, acompañadas por la fuerza de la juventud.
Las comunidades se organizan, los jóvenes se comprometen y, juntos, creamos y ejecutamos soluciones que mejoran y fortalecen el hábitat en los asentamientos populares. Este proceso potencia la organización colectiva como herramienta de transformación social.
Un hábitat digno es un derecho humano, pero también una responsabilidad compartida. El Estado, el sector privado, la sociedad civil y la ciudadanía debemos aportar a su construcción. Queremos que nadie más viva sobre un piso de tierra y que cada persona despierte en un hogar seguro y digno.
Por eso necesitamos que las juventudes, los referentes comunitarios y cada ciudadano y ciudadana se reconozcan como protagonistas de este cambio. Todos y todas podemos, y debemos, ser parte de la construcción de un hábitat inclusivo y digno para quienes hoy viven en situación de exclusión.
Porque un hábitat justo es la base sobre la que se construyen todas las oportunidades, presentes y futuras.